3 de marzo de 2010

Un Homenaje de Leuco a Palermo!


Se que a la mayoría, o que gran parte de uts, no les importe, pero esta por si les interesa leerlo...

Hace dos años, dije casi lo mismo que digo ahora. Esta columna como aquella en un sentimiento. Porque es casi imposible definir con palabras el milagro de Martín Palermo. Hay que verlo. Hay que permitir que la emoción te salga a borbotones. Tiene las dimensiones de esa Bombonera querida que tiembla y que late. Igual que Martín.
Esa fe casi religiosa que es Boca lo tiene Palermo en el altar mayor. Lo lleva en el corazón como si fuera una estampita de San Martín de la Tenacidad. El transmite que el gran capitán es capaz de cruzar los Andes si se le ponen adelante. Líder positivo le dicen ahora. Y tal vez ese sea su secreto. Su tenacidad. Esa capacidad de sobreponerse a todos los problemas. Tal vez ese sea su mejor ejemplo para los chicos. Esa actitud guerrera y quijotesca de desafiar todas las adversidades.
El valor de un hombre no está en no caerse nunca. Está en caerse y volver a levantarse. Una y mil veces. Y seguir luchando. Y apretar los dientes. Y meterle para adelante sin bajar los brazos ni perder la ternura jamás. Sin darse por vencido ni aun vencido. Tal vez esa sea la luz que dispara Palermo con sus goles. Porque le pasó de todo. Y todo lo superó. El gol numero 100 que metió a pesar de tener rotos los ligamentos cruzados de la rodilla que es una de las lesiones mas dramáticas.
O su vuelta contra River - casi sin practicar- y aquel golazo con esa media vuelta que duro una eternidad. Y la fractura de tobillo con esa maldita pared que se le cayó en España mientras se abrazaba con los hinchas. Y los tres penales errados en la selección. Muchos no vuelven más de semejante fracaso. Y Palermo volvió. Siempre vuelve.
Todos creen que ya esta. Que se tiene que jubilar. Que no va más. Y Palermo les tapa la Boca con goles y hazañas. Y los problemas con sus parejas. Y la muerte de ese hijito cuyo nombre tiene tatuado en su brazo y que besa después de cada alarido. La vida le fue poniendo miles de barricadas. Le hizo miles de zancadillas y el las fue derrotando a todas. Una por una. Por eso nos deja sin palabras. Ya no alcanza decirle San Martín de la Tenacidad. O Martín Fierro. O Alto Palermo. O el Titán o el Loco.
Encima es un tipo noble. Un grandote buenazo que tiene problemas para manejar su torpeza. Por eso le dicen burro sus rivales. Porque no tiene la sutileza de Román o la magia de Maradona. Pero ya igualó a Cherro en goles y, perdón por la herejía, superó al mellizo Barros Schelotto en idolatría. Y mantiene intacta la locura y la inocencia de los chicos. Solo un loco o un genio es capaz de caminar por el alambre del aire con esas cabriolas increíbles. Los goles de chilena, el de media cancha y los estallidos de las multitudes frente al mejor cabeceador de todos los tiempos. Nunca le tiemblan las piernas. Fernando Bravo le dice el mojarrero pero en el fondo lo admira. Siempre vá al frente. Es un canto al coraje. Ojalá siga siendo tan burro y tan genio. Porque Palermo demuestra que se puede ser las dos cosas.
Ese misterio solo lo conocemos los de Boca y los de Estudiantes que compartimos el amor por su camiseta. Gracias por todo Martín. Por dejar hasta la última gota de energía en esa camiseta que usa el pueblo de carnaval. Te debo montañas de abrazos fuertes con mi hijo en las tribunas. Todos los días cuando voy a despertarlo te veo gigante en la foto de la pared abrazado con él. Y te saludo agradecido. Porque eso no tiene precio. En esta Argentina tan crispada y tan llena de agresiones, te agradezco Palermo por la alegría y la tenacidad. San Martín, el santo de la goleada. Prócer de la Boca.

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